viernes, 26 de marzo de 2010

El Ruido y la Furia (William Faulkner)


¿Que tiene el sur de los Estados Unidos? Lo pregunto porque a estas alturas ya no parecen coincidencia las múltiples referencias culturales a esa micro sociedad enferma y auto-destructiva que es la tierra del algodón. Tenemos en el cine La Masacre en Texas, La Colina tiene Ojos, en la literatura los libros de Cormac McCarthy, Flannery O'Connor, Truman Capote, etc, que siempre muestran entre medio de tanto desierto, una pobreza humana, un mundo seco por fuera y por dentro. Es así como Faulkner, principal influencia de la literatura sureña norteamericana, plantea el universo de los Compson, una familia de importante linaje pero llevada a la decadencia, en parte debido a sus actuales herederos.


Una de las principales características de la novela es el trato de la historia a partir de diferentes voces, en donde el puzzle amorfo va lentamente tomando forma a medida que el lector es capaz de sortear numerosos trucos y mentiras, así como innumerables saltos cronológicos. Dentro de todas estas voces, se destaca el personaje de Benjy, un retrasado mental que no hace más que dividir las aguas dentro de la familia y agudizar aún más la miseria humana de su familia. Es aquí donde Faulkner utiliza la técnica "Corriente de la Conciencia", donde vuelan por las páginas un torrente de ideas y sentimientos sin ningún tipo de orden estructural, lo que en el caso del personaje de Benjy al tratarse de un enfermo mental, complica aún más la lectura.


Pero si existe un personaje principal en la historia de esta familia, esa es Caddy, hermana de Benjy y al parecer, la persona más coherente y cuerda del núcleo. Es precisamente Caddy la preferida de Benjy, que adopta en ella el consuelo maternal que nunca pudo encontrar en la señora Compson. A su vez Quentin, otro de los hermanos, el más frágil y sensible tal vez, ve en Caddy su único cable a tierra, lo único que lo mantiene conectado a su familia luego de irse a estudiar a la universidad. De hecho es tanto el apego entre ambos hermanos que incluso en ciertas escenas se deja entreabierta la posibilidad de un supuesto incesto ocurrido entre ambos. Faulkner acierta en no elegir a Caddy como una de las voces que cuenta la historia, ya que durante toda la novela queda un cierto halo de divinidad que la rodea, y el hecho que no sepamos de primera fuente sus impresiones sólo alimenta el mito y el misterio.


Junto con Benjy, Caddy y Quentin, se encuentra Jason, el hermano antagonista, el que vivio todo el proceso de derrumbe familiar desde adentro y que atesora rencores en contra de sus hermanos que se van en busca de mejores oportunidades. Es un personaje duro, vulgar, muy diferente al resto de sus hermanos, que Faulkner supo tratar muy bien desde lo sicológico a lo mundanal (como el hecho de que sea el único que hable con modismos sureños, a diferencia de sus hermanos que tuvieron diferente educación).


Otro hecho destacable es la presencia de los criados negros en la casa de los Compson, en particular Dilsey, con quienes se crian los hermanos y que representa otra figura maternal importante. Me parece que detrás de la inclusión de estos personajes no existe sólo una intención de contrastar la frialdad del rico con la humanidad del pobre, sino también un claro mensaje antiracista que pretende recordar cuan importante ha sido la comunidad negra ya desde aquellos años en los cimientos familiares y sociales de norteamérica. De hecho al final del libro, cuando devela el destino de cada personaje, dice literalmente: "...estos otros no eran Compson, eran negros... ellos perseveraron"


Vuelvo a pensar que tiene el sur de los estados unidos. Esos paisajes áridos e inhóspitos que invitan al hombre a vivir más distanciado el uno del otro y engendrar la deshumanización ? Ese choque cultural con la frontera mexicana que alimenta el racismo ? Son acaso los criminales más brutales de los últimos años hijos de un sistema castigador, donde los estados sureños (los más conservadores y republicanos) cumplen un rol tradicionalista y anticuado ?

Sea como sea, seguramente seguirá siendo fuente de inspiración para muchos.


Para terminar, me gustaría decir que "El Ruido y la Furia" es un libro difícil de leer, por donde se le mire. Y quizás sería correcto decir que es un libro más para amantes de la literatura que para amantes de los libros. Ya que para los primeros, puede ser un desafio interesante, lleno de sorpresas que antes no han leído. Mientras que para los otros, algo demasiado exigente, ambicioso y cansador.


En definitiva, un libro que llama más a la admiración que al deleite.





martes, 16 de marzo de 2010

Crónica del Pájaro que da Cuerda al Mundo (Haruki Murakami)

La primera sensación que deja "La Crónica del Pájaro que da Cuerda al Mundo" es la de haber tenido un profundo y extraño sueño (o si se quiere, pesadilla).

Tooru Okada, el protagonista, es un abogado cesante que con tanto tiempo libre en casa comienza a experimentar una serie de acontecimientos uno más raro que el anterior. Entre misteriosas llamadas de teléfono anónimas, una esposa ausente y distante, sumado a la desaparición de un gato, Tooru se ve enfrentado a un mundo lleno de enigmas, donde las cosas no suelen ser lo que parecen.

Murakami presenta en esta novela muchas de sus manías literarias:


1. El protagonista simple, normal, incluso apático, que sirve para resaltar aún más la excentridad de los personajes restantes

2. La rica galería de personajes femeninos, partiendo por su vecina adolescente (con quien mantiene uno de los mejores diálogos del libro acerca de la muerte), pasando por las hermanas Kanoo (quienes se roban las mejores escenas oníricas), etc.

3. Su obsesión por los gatos

4. Esa tendencia a montar intrigas por sobre la construcción de la historia (al estilo "Lost"), que como gancho sirve sólo en la medida que la historia sea tan buena que nos haga olvidar por momentos las intrigas (lo que se consigue en las primeras 2/3 partes de la novela). Sino se diluyen, tanto la tensión argumental, como el interés del lector.

A favor de Murakami está su prosa, una de las más ágiles y sencillas de los escritores eontemporáneos, y por sobre todas las cosas, la sensación de que el estilo utilizado (un simil al realismo mágico latinoamericano, pero japonés) le acomoda de sobremanera (de ahí que con Tokyo Blues, siendo una excelente novela, no alcance puntos tan altos como aquí).

Así como muchos escritores (tal vez demasiados) se aproximan al lector a traves del intelecto y la racionalidad, Murakami lo hace de la vereda opuesta, desde las emociones y los sentimientos, lo que le entrega finalmente esa frescura característica de sus novelas. Es probablemente este destilar de humanidad lo que lo ha llevado a tener tantos seguidores en el mundo entero.

Dentro de los puntos altos, me quedo con las historias de guerra (que contrastan perfectamente con el tono onírico de la novela), los diálogos, la elección precisa de los personajes y el rol de cada uno como complemento del viaje espiritual de Tooru (incluido el antagonismo de su detestable cuñado) y por sobre todo, la construcción de un mundo que más parece soñado que leido.

Es lamentable que juegue en su contra la excesiva utilización de misterios sin respuesta (que al final sólo dejan la sensación de ser sucios trucos literarios más que parte de un todo argumental) y el último tercio de libro, que tal vez por el mismo razonamiento anterior, termina cansando y diluyendo el interés final, algo muy parecido que ocurre en otra de sus novelas: Kafka en la Orilla.


A pesar de todo esto, y de ser una lectura de altos y bajos, me quedo con los altos, que cuando suben en este caso, son francamente innalcanzables.


martes, 9 de marzo de 2010

Los Detectives Salvajes (Roberto Bolaño)




Existen algunas novelas (las menos) que poseen una característica muy particular: no parecen ficción. Es más. Parece mucho más coherente pensar que aquellos personajes, lugares e historias si existen, a pensar que pueden venir de la imaginación de una sola persona. Es el caso de los Detectives Salvajes. Basta con adentrarse en la primera sección del libro (el diario de García Madero, Mexicanos perdidos en Mexico), para sentir el impacto inicial de los Ulises Lima, Arturo Belano, Maria Font, etc. Bolaño retrata no sólo un país (de hecho son muchos países los que abarca con su historia), sino más bien una época, una generación. Figuran por una parte los Real Viscerealistas, este grupo poético que nace como una voz insurgente dentro de la literatura latinoamericana, y por otra parte, todos los demás, el círculo infinito de personas que rodean al real viscerealismo.


La principal característica de la novela es la capacidad de Bolaño (y he aquí la mayor prueba de su talento) de contar múltiples historias a través de múltiples voces. Y es así como es un padre de familia encerrado en un manicomio, una madre soltera desilusionada de la poesía, un gay enamorado de un promiscuo, y tantas personalidades como personajes inventa. Y no sólo son personajes completamente disimiles en carácter, también lo son en nacionalidad, edad, etc. Las buenas historias jamás pasarán de moda, y aquí existen cientos para retomar cualquier día. De hecho es curioso pensar en la inmensa cantidad de pequeñas buenas historias de esta novela, y lo poco convincente, a mi criterio, que fue Bolaño como cuentista (al menos en comparación con otros contemporáneos). Así entonces, puede ser algo agotador leer la novela en largos tirones, puesto que son tantas las historias que coexisten que cuesta juntar los pedazos de uno y otro personaje y encajarlos todos en el orden espacio-tiempo. Pero Bolaño en todo momento se las ingenia para mantener el interés del lector, pasando de una historia a otra justo cuando se agota el argumento, o comienza a cansar la trama.


Recuerdo en particular la historia de la pareja de amigos que se suben en un auto cualquiera en plena carretera y el grupo de desconocidos que viaja con ellos, o los intentos de aquella mujer por echar a Lima porque no trabajaba ni contribuía para la casa, o los poetas entrevistando a Salvatierra en una noche de Tequilas, la obsesión de Quim por Laura Jauregui, en fin. La sensación final es la de haber leído muchas novelas dentro de una, o como dije al principio, empaparse de historias que parecen reales, con personajes que parecen reales


O al menos más reales que muchas personas que conozco.